lunes, 14 de enero de 2008

Dudas ante el imperio

La Casa Blanca está en espera de Felipe Calderón, pero Estados Unidos vive una situación singular; un error puede dañar definitivamente la agenda internacional del mandatario mexicano.

WASHINGTON.— Cuando los presidentes Felipe Calderón y George Bush se encontraron por primera vez en Mérida, en marzo del año pasado, el buen clima de la reunión permitió al mexicano pedir un pronóstico sobre la evolución política de la Unión Americana.

“Mi candidato favorito hubiera sido la señora Arroz…”, dijo Bush, bromeando con la traducción al castellano del apellido de Condoleezza Rice, la poderosa secretaria de Estado de su administración.

Poco después, frente a varios integrantes de las delegaciones de ambos países, Bush aceptó las altas probabilidades de una derrota de su partido, el Republicano, en las elecciones de noviembre del año pasado, pero introdujo un matiz singular. Le dijo a Calderón: “Creo que veremos una secuencia Bush-Clinton-Bush-Clinton-Bush.”

Con ello transmitía su visión de que la Casa Blanca, que albergó a Bush padre (1988-1993), luego a Bill Clinton (1993-2001) y ahora a Bush hijo (2001-2009), tendrá a otro Clinton (Hillary), al menos cuatro años, y luego vendrá un nuevo Bush (su hermano Jeb o su sobrino George P. Bush, hijo de Jeb y de la mexicana Columba Garnica). Nada mal: dos familias sumando 30 años en el poder del país más poderoso del mundo.

Ambos presidentes se despidieron con calidez y acordaron que Felipe Calderón correspondería a la visita a la brevedad posible. Eso fue hace apenas 10 meses. El equipo del Presidente prepara su gira por Estados Unidos para algún momento en el arranque de la primavera. Pero el panorama está tan enredado que una mala decisión puede meterlo en una trampa.

Frente a un clima político especialmente adverso con el tema migratorio, los asesores de Calderón le han propuesto hacer un recorrido por ciudades en las que habita un número importante de mexicanos, como Nueva York, Los Ángeles y quizá Chicago.

En ese periplo no habría un encuentro con Bush, lo que deberá esperar a que haya condiciones para una visita de Estado formal, que incluiría una reunión pendiente en la cual participaría el primer ministro de Canadá, Stephen Harper.

Una entrevista entre Calderón y Bush en el actual momento político-electoral que viven los estadounidenses sería, lo menos, complicada.

Las cosas en este país se están moviendo aceleradamente. Las campañas presidenciales iniciaron de manera temprana. Las elecciones son en noviembre, pero mañana, en Michigan, las convenciones internas de los partidos vivirán ya una cuarta etapa, que sumarán nueve hacia el 5 de febrero, cuando tendrá efecto el llamado “supermartes”, con primarias en 20 estados. Todo se mira aquí bajo la lente electoral. Si Calderón viene ahora, ¿a favor de quién será su mensaje, hable o no de campañas y candidatos?

El gobierno Bush seguirá a cargo de la Casa Blanca hasta el 20 de enero del próximo año, ni duda cabe, pero su administración conserva apenas el apoyo de uno de cada tres estadounidenses. Se sabe que no cuenta con los consensos mínimos para impulsar ningún tema en el Congreso, y que asuntos como la ley de migración que alguna vez ofreció impulsar —saboteada por uno y otro lados— deberán esperar al siguiente término para ser rescatados. Su propio partido toma distancia de él como estrategia electoral.

Se trata de la contienda más compleja de los últimos 50 años en la vida de los estadounidenses; la más impredecible en cuanto a sus resultados. ¿Cómo sería entendido por todos los actores involucrados un encuentro Calderón-Bush en este momento?

Otro actor es el propio Congreso estadounidense, que también concurrirá a elecciones en noviembre, bajo circunstancias especialmente reñidas. No es fácil imaginar cómo será procesada una gira de Calderón ahora, especialmente en aquellas comunidades que visite.

Medios diplomáticos cercanos a México dijeron a este espacio que si bien la canciller Patricia Espinosa insiste en esta gira, Calderón está muy reticente a llevarla a cabo. Se asume que la diplomacia estadounidense está presionando para que Calderón venga, para darle a Bush algo de permanencia en un ambiente que ya lo ha reducido a apariciones mediáticas pero ociosas.

Existe el riesgo de quedar mal con Bush si la visita se cancela en las próximas semanas —y ya no tendría sentido reponerla más tarde. Pero hay peligro de quedar peor con muchos actores más, si finalmente se lleva a cabo. Mejor para México que quien tome la decisión entienda de carambola de varias bandas.

Hay otro tema ligado a esta definición

Académicos y periodistas de diversos países de la región latinoamericana, convocados por el Instituto de Diálogo Interamericano que preside Peter Hakim, discutirán durante dos días en esta ciudad, si el nuevo presidente estadounidense —él o ella— será capaz de resucitar la relación entre Estados Unidos y América Latina, reducida a poco más que cero luego de la convulsión generada por los atentados terroristas de septiembre de 2001.

Desde Washington muchos analistas ven a la Casa Blanca abdicando de su política hacia la región, que por su parte estaría construyendo una nueva independencia frente al imperio, ajena al concepto tradicional de ser un apéndice en la política internacional estadounidense.

La emergencia de un nuevo modelo de populismo en el subcontinente, con Chávez, Evo Morales y Cristina Kirchner; modelos de izquierda eficaz en Chile y Brasil, y la apuesta de contrapesos con México, Colombia y Perú, suponen procesos que incomodan a algunos, fascinan a otros, pero inquietan a todos aquí.

La pregunta es si Felipe Calderón planea cobrar un liderazgo en la inminente nueva agenda del próximo gobierno estadounidense con la región latinoamericana. Y de ser así, cómo pretende hacerlo.

Una forma inteligente podría ser no equivocarse en este momento. Y bordar muy fino en los meses por venir.

Apuntes

  • UN ARTÍCULO de Felipe Calderón (“El camino de México”) en la edición especial de la prestigiada revista inglesa The Economist para 2008 sostiene que durante este año será “modernizado” el campo de las telecomunicaciones, con el fin de ampliar cobertura, estimular mayor competencia e integrar nuevas tecnologías. Lo que el autor decidió no incluir es que su administración soporta una enorme presión de Telmex-Telcel para que el gobierno autorice la incursión de Carlos Slim Helú en el mercado de la televisión, lo cual bloquearía indefinidamente la competitividad, cerraría el paso a nuevas alternativas y mantendría en el sector tarifas que figuran entre las más altas del mundo.
  • LAS VERSIONES recalentadas en torno a movimientos en el gabinete se concentran cada vez más en dos o tres posiciones que quedarían vacantes, entre ellas la de la Secretaría de Desarrollo Social, clave para sostener la aceptación de Acción Nacional con rumbo a las elecciones del 2009. Se da por descontada la próxima salida de Beatriz Zavala, una panista de cepa, pero ajena al grupo que controla el gobierno. La duda está en quién ocupará su sitio, pues lo mismo se da por un hecho la migración hacia allá de Javier Lozano, actualmente titular del Trabajo, que de Juan Molinar Horcasitas, hoy director del Seguro Social.
  • OTRO NOMBRE que vuelve a ser mencionado con insistencia como próximo integrante del equipo calderonista es el del priísta Genaro Borrego. Hace algunas semanas el zacatecano tuvo sin embargo un tropezón, cuando hacía gestiones ante Pemex para impulsar la causa de una compañía contratista que había entrado en pugna con una empresa denominada Sea Dragon. Borrego buscó endurecer el cabildeo en el círculo del director de la empresa, Jesús Reyes Heroles. Pero se retiró apresuradamente cuando se le explicó que Sea Dragon contaba con el apoyo de un influyente personaje en el primer círculo del calderonismo.
  • OTRA NOTICIA desalentadora para la economía mexicana este año la representará la confirmación de que el volumen de remesas virtualmente ha dejado de crecer, lo que significará un freno en el nivel de vida de los sectores marginados para los que esos recursos son fundamentales. En 2006 esos envíos de fondos, especialmente desde Estados Unidos, se incrementaron 17% y alcanzaron un monto equivalente a tres veces el volumen de todos los programas de combate a la pobreza, juntos. Pero en 2007 prácticamente no aumentaron, y no se esperan grandes novedades en este 2008.
  • POR CIERTO, en la Unión Americana se discute ya entre el Congreso y la administración Bush un paquete de medidas para alejar al fantasma de la recesión que desde finales del año pasado se levanta sobre la economía de este país. Las acciones supondrían en lo inmediato una disminución de impuestos tanto para sectores marginados como para corporaciones, a fin de estimular el gasto. ¿El gobierno de Calderón en México hará lo propio, o apostará sólo a la magia del gasto gracias a los ingresos petroleros?

expedientesabiertos@hotmail.com

Ir a la publicación original

No hay comentarios:

Publicar un comentario