lunes, 29 de diciembre de 2008

Diplomacia: el otro rostro


En memoria de don Gaspar Rivera Barrios

Los capos mexicanos no sólo aturden al gobierno aquí. Su presencia en otras naciones acorrala a nuestra diplomacia oficial y envía el mensaje de un régimen que lucha por su sobrevivencia.

La última semana de noviembre, el presidente Felipe Calderón viajó a Argentina. Conforme a reportes disponibles, el tema esencial de las reuniones con su similar Cristina Kirchner no fueron los renovados nexos latinoamericanos, sino simple y llanamente, la angustia compartida por el poderío de los narcos mexicanos en todo el subcontinente.

Informes aportados a este espacio apuntan que Calderón presentó a Kirchner un reporte confidencial sobre nuestros ya mundialmente famosos cárteles. En al menos un tramo de esta reunión estuvo presente el embajador estadounidense en Buenos Aires, quien habría complementado la exposición con datos de inteligencia militar.

Luego de los seis años desastrosos del gobierno de Vicente Fox, que junto con su canciller, Jorge Castañeda, llevaron la relación con Latinoamérica a su nivel más bajo en décadas, la diplomacia de Calderón debió empezar a construir debajo del agua, por la frialdad con que gobiernos de izquierdas en la región registraron el desarrollo y resultado de las elecciones presidenciales de 2006.

Pese a las escasas expectativas depositadas en ella, la canciller Patricia Espinosa hizo su trabajo: concertó charlas telefónicas entre mandatarios, desmontó crisis, abrió puentes y metió a México de nuevo en la agenda regional, aunque en el camino quedaron los cadáveres de algunos de nuestros embajadores, a los que se les atribuyó falta de lealtad o de eficacia ante la emergencia de los difíciles meses iniciales. Al final del día, los gobiernos del área, especialmente aquellos de origen más progresista, abrían el paso nuevamente a la presencia mexicana.

Las condiciones podían anticipar un periplo triunfador de Calderón por el sur del continente, pero al escalarse aquí la violencia del crimen organizado la visión sobre México se ha trastornado en forma dramática, no sólo en la región sino el conjunto del planeta. La imagen que se recoge es la del poderío de los barones nacionales de la droga, su capacidad de fuego, su poder ilimitado… y los riesgos que todo esto arroja para la estabilidad del Estado mexicano.

Durante semanas se ha tomado nota de que en múltiples naciones hay presencia de cárteles mexicanos, incluso en sitios como Italia, que acumulan una experiencia de décadas en el combate a las mafias. Pero aun ahí los han sorprendido los sanguinarios extremos de que son capaces Los Zetas y otros grupos mexicanos.

Las sucesivas alertas provenientes de organismos internacionales se orientan a poner en duda la capacidad de algunas naciones cuyos gobiernos pueden simplemente desmoronarse ante el poderío de violencia y corrupción que son capaces de demostrar estos cárteles.

Este es el contexto que dominó los pronunciamientos, en la semana recién terminada, del presidente estadounidense George W. Bush y la menos notoria del ex candidato presidencial republicano John McCaine, sobre el riesgo que supone esta crisis para los ciudadanos estadounidenses.

“La guerra está en nuestro vecindario”, le advirtió Bush al mandatario electo Barack Obama, mientras que McCaine fue más lacónico: “En México hay un gobierno que está luchando por su sobrevivencia”.

Uno podría sorprenderse de que aquí no hayan existido reacciones oficiales en contra de tales posturas. Acaso las vísperas navideñas debilitaron nuestro afán nacionalista. Pero dicho sea con justicia, era difícil actuar con solvencia moral cuando en esos mismos días las noticias estaban dominadas por las decapitaciones de soldados y la detención de una reina de belleza sospechosamente coronada en Sinaloa, pese a que al parecer todo mundo sabía que era pareja de un mafioso.

De esta manera, el rostro de nuestro país ante el mundo, que alguna vez representó la dignidad diplomática en favor de los exiliados y de las naciones doblegadas por las tiranías, ahora se presenta como un mensajero que sufre el yugo del narcotráfico, y exhibe ante la humanidad a un régimen incapaz de enfrentar este peligro.

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lunes, 22 de diciembre de 2008

El PAN en su torbellino

Tres tensiones alteran la vida interna del partido en el gobierno, y pueden inducir una convulsión: el jaloneo rumbo a las elecciones, las disputas entre foxistas y calderonistas, y el precoz apetito por la sucesión presidencial.

Angustiado por el peligro real de resultar aún más acotado tras las elecciones del próximo año y descubrirse con una delgadísima base política, el Partido Acción Nacional protagoniza crecientes pugnas internas que han implicado, incluso, a su más destacado miembro, Felipe Calderón, el presidente de la República, quien gusta de colocarse como el último fusible a reventar en los conflictos.

En los últimos días tan sólo, el mandatario decidió enderezar ataques contra su antecesor, Vicente Fox, primero durante una reunión interna en la que anunció, como un signo de avance político, que no intervendría en los procesos electorales. Y apenas la semana recién terminada atribuyó a los gobiernos recientes haber “administrado” la presencia del crimen organizado en el país, lo que desató una tormenta con personajes del foxismo.

En otro frente, la muerte súbita del número dos del régimen, Juan Camilo Mouriño, funcionó como un catalizador para la desazón de los panistas. Pero no de todos: todavía no concluían los homenajes para el desaparecido secretario de Gobernación cuando miembros del equipo de Calderón se promovían no sólo para despachar en la casona de Bucareli, sino para presentarse como el candidato más viable del panismo a la sucesión presidencial de 2012.

El recién estrenado activismo del propio dirigente del partido, Germán Martínez, y del ex secretario presidencial César Nava, que junto con varios miembros del gabinete tienen sus propias ambiciones futuristas, da cuenta de hasta dónde ha llegado la descomposición en este ámbito.

La inminente confección de los listados de candidatos para los comicios intermedios y en los estados donde habrá elecciones locales, provocará que el panismo siga cuesta abajo en su rodada. En al menos tres de las seis entidades donde habrá cambio de gobernador, los problemas internos obligarán a la dirigencia nacional a decidir por sobre los líderes locales quién será el candidato.

Precisamente porque se sabe que en esta oportunidad serán muchos menos los que lleguen a la Cámara de Diputados bajo las siglas del PAN, los apetitos han empezado a lucir encarnizados, como lo demuestran los señalamientos recientes del ex dirigente panista Manuel Espino.

Nada bueno traerá para el partido en el gobierno la crisis económica que se extiende ya por todo el mundo, y cuyos efectos finales aún parece que estamos lejos de conocer. El agravio de los ciudadanos ante la pérdida de su empleo y de otros indicadores de calidad de vida encontrarán en el gobierno y en el logo blanquiazul entidades sobre las cuales cebar su enojo.

Algunas de las claves para este deterioro pueden encontrarse en la más reciente reunión del Consejo Ejecutivo Nacional panista, donde resurgieron las voces que —como la muy claridosa de Javier Corral— alertaron sobre la incapacidad del gobierno para enfrentar los desbordados intereses de poderes fácticos, sean de carácter mediático, banquero o de otros ámbitos empresariales.

Esta visión advierte que quienes se hallan hoy a cargo de los intereses de la República parecen entender que para gobernar hay que claudicar ante los poderosos. Y que si se desean cambios, primero hay que ver qué recursos dejan la voracidad y la arrogancia de aquellos que no parecen nunca satisfechos.

Es probable que el PAN y sus principales líderes, Felipe Calderón incluido, encaren el peligro de un revés de grandes dimensiones en las próximas elecciones, tan profundo que los aleje de la posibilidad de conservar la Presidencia después de 2012. Está en ellos decidir si ese trance los encuentra en medio de una batalla para cambiar las cosas en el país, o los halla salvaguardando los mismos intereses que han postrado a la nación durante décadas.

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lunes, 15 de diciembre de 2008

PRD: la ruptura latente


El segmento más racional del principal partido de izquierdas en México ha logrado mantenerlo unido tras el forzado arribo de Jesús Ortega a la dirigencia. Pero son legión los que ya trabajan en la fractura final.

Quizás el PRD lograba su gobernabilidad interna luego de ocho meses de unas elecciones turbulentas. Tal vez no. Pero el hecho es que el 13 de noviembre, los integrantes del Tribunal Electoral, que encabeza María del Carmen Alanís, determinaron dinamitar la vida de esa agrupación política.

Jesús Ortega arribó sorpresivamente a la presidencia de un partido extenuado, pero que empezaba a construir un acomodo para sus facciones, la principal de las cuales —Nueva Izquierda, que conduce Ortega mismo— controla 40% de los puestos clave en la organización.

La cabeza de Los Chuchos lanzó el mensaje de que estaba dispuesto a negociar todo menos su nuevo puesto, el primero que conquistaba, pues por años fracasó en cuanta contienda doméstica intervino.

Tras complejas conversaciones, los orteguistas y el ala moderada del sector afín a Andrés Manuel López Obrador construyeron un acuerdo que otorgaba al ex candidato presidencial y a Alejandro Encinas 40% de los cargos directivos y de las candidaturas para la renovación de la Cámara de Diputados el próximo año, más un segmento clave en las postulaciones de entidades con elecciones locales, como el estado de México. Desde ahí ha surgido un factor de equilibrio en la persona del senador perredista Héctor Bautista, quien con su propia corriente, Alternativa Democrática Nacional, se ubica ya como aspirante a la sucesión del priísta Enrique Peña Nieto.

Esos acuerdos iniciales no hicieron verano, por la ácida desconfianza de López Obrador sobre Ortega, al que acusa de negociar en múltiples frentes con el gobierno. Ello explica la negativa de su principal operador, Alejandro Encinas, para aceptar la secretaría general del partido. En esa atmósfera, se abrió la puerta para que el tabasqueño, Encinas y sus seguidores abandonaran en bloque al PRD y entraran, por la puerta que ya abría Dante Delgado, a la coalición Convergencia-Partido del Trabajo.

El rompimiento quedó latente. López Obrador y Encinas se mantienen en el PRD, y pactaron con Ortega una negociación de candidaturas por debajo de lo que inicialmente habían definido.

En el primer círculo del compacto grupo del lopezobradorismo se trabaja; sin embargo, bajo la convicción de que una vez pasadas las elecciones, se producirá el desgajamiento, lo que incluirá la migración de una sustantiva parte de la bancada que el PRD logre en las urnas el próximo año. Ello heriría de muerte al principal logro alcanzado en la historia de las izquierdas mexicanas.

APUNTES

  • LA MUERTE hizo coincidir en el tiempo a tres personalidades emblemáticas, cada una con su propia, intensa historia: Carlos Abascal, un hombre que por el camino del humanismo logró tomar distancia de una visión radical ultraconservadora. Esta última exhibe tal arraigo en su entorno que unos días después de la desaparición del líder panista, el himno sinarquista fue entonado en una importante fiesta de su familia. Una corriente antípoda dijo adiós en las últimas horas a doña Amalia Solórzano, viuda del general Lázaro Cárdenas y madre de Cuauhtémoc Cárdenas. Una mujer admirable, cuyo perfil discreto no le impidió protagonizar páginas relevantes en la historia contemporánea. Y en este grupo es válido incluir a Cecilia Loría, incansable luchadora que no formó filas en ideologías, sino del lado de la sociedad civil, donde impulsó la defensa de género, entre otras muchas buenas causas…
  • “EL PRI parece obstaculizar la propuesta de ley para federalizar los crímenes contra periodistas”, establecía el comentario final del pasado lunes, que por causa de algún duende juguetón no fue incluido. Le decía ahí que ni el líder de la bancada tricolor en San Lázaro, Emilio Gamboa, ni el presidente de la Comisión de Justicia, César Camacho, acompañaron con hechos sus ofrecimientos de apoyo. A ellos se sumó el fiscal especial de la PGR para estos casos, Octavio Orellana, quien presentó un patético informe que exhibe su incompetencia e insensibilidad sobre el tema.

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lunes, 1 de diciembre de 2008

La bofetada del Congreso

Incapaz frente al problema de la inseguridad pública; enredada en una crisis interna de sus corporaciones policiales, la administración Calderón sufrirá esta semana un revés mayor desde el Poder Legislativo.

Las decisiones provenientes de las cámaras concretarán una singular alianza entre PRI y PRD, y no entrarán en la lógica tradicional de sabotear iniciativas presidenciales, sino que harán tareas de gobierno al intentar un nuevo equilibrio que, a querer o no, resultará adverso al secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna.

Si no hay sorpresas de por medio, los legisladores decidirán quitarle el control del Sistema Nacional de Seguridad Pública, un fondo dotado con más de 12 mil millones de pesos, que representa un importante foco de poder en la relación con los estados. Su manejo irá a dar a Gobernación o a una entidad de nueva creación. De ser el primer caso, ello haría renacer el peso político de la dependencia que hoy encabeza Fernando Gómez Mont.

Como se anunció ya, adicionalmente priístas y perredistas —bajo la conducción de Manlio Fabio Beltrones y Carlos Navarrete— se unirán para sepultar la propuesta gubernamental para establecer una policía de mando único en el país, a cuya cabeza estaría el propio García Luna.

Estos dos solos hechos culminarán una de las etapas más arduas vividas en el primer tercio de la presidencia de Calderón, y arrojarán luz sobre la espesa salsa de contradicciones en que parece hundido el gobierno.

Una novela de suspenso, con entregas seriadas, podría redactarse para detallar el cabildeo —con buenas y malas artes— desarrollado para enaltecer las bondades de las propuestas gubernamentales. Luego de que PRI y PRD pactaron ir juntos en este tema, fue necesario que el coordinador del sol azteca en San Lázaro, Javier González Garza, aislara de las negociaciones a uno de sus compañeros, ante sospechas de que había pactado compromisos inexplicables.

En esta estrategia debe insertarse la difusión del documento entregado por el gobierno al Congreso donde se alerta que en promedio, 50% de los policías de todas las corporaciones del país reprueban los exámenes de control de confianza. Sin embargo, los legisladores ya saben que son miles los elementos, incluso en el ámbito federal, a los que se exenta de esos exámenes mediante cartas responsivas firmadas por sus jefes.

Otro telón de fondo de esta historia lo constituyó el hecho de que todos los días nos estemos desayunando con la historia de un nuevo alto mando policial, sea de Seguridad Pública, sea de la Procuraduría General de la República, ha sido destituido por existir denuncias en su contra por presuntos vínculos con el crimen organizado.

La pugna entre los titulares de ambas instituciones, el citado García Luna y Eduardo Medina Mora, ha hecho subir el volumen a acusaciones provenientes de testigos protegidos, a los que se otorga credibilidad no sólo cuando revelan lo que personalmente les consta, sino lo que alguna vez escucharon, incluso lo que imaginan que ocurrió.

Esos borbotones de lodo —algunos de los cuales se disolverán por falta de elementos sólidos— podrían haber influido en la abrupta salida de César Nava de la secretaría particular del presidente Calderón, lo que despojó a éste de una pieza clave. Pero el propio mandatario decidió defender públicamente a García Luna. A la luz de ello, será difícil no interpretar que un debilitamiento de este funcionario acabe golpeando la imagen del Presidente mismo.

Apuntes

  • TURBULENCIAS de diverso origen atraen nubes de tormenta sobre lo que fueron dos apacibles solares en la zona metropolitana del Distrito Federal. El primero, en el municipio de Huixquilucan, hasta ahora gobernado por el PRI a través de Adrián Fuentes, cuyos dos principales jefes policiacos están presos por nexos con el narcotráfico, incluida su complicidad en el crimen de 24 personas decapitadas en La Marquesa. A su vez, en la delegación Miguel Hidalgo, donde el PAN se afianzó con Gabriela Cuevas, ésta encara no sólo protestas vecinales sino una sorda pugna con la dirigente capitalina del blanquiazul, Mariana Gómez del Campo. ¿Qué dirán los electores en los comicios del próximo año?

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