Hace tres meses no estábamos en los planes de Washington; la estridencia, aquí y allá, nos ubicó entre sus prioridades en dos temas incómodos: seguridad y proteccionismo.
Barack Obama, el político más popular del mundo, nos visita desde este jueves. Pero su sonrisa y la poesía en sus discursos no podrán ocultar lo que desde ahora se anticipa: en la nueva era de la relación binacional, México saldrá espinado.
Se trata del primer viaje del líder estadounidense al sur del río Bravo. Ni él ni su secretaria de Estado, Hillary Clinton, tuvieron en campaña una sola idea estructurada sobre la relación con México, abrumados como estaban por sus guerras en Oriente y por su crisis económica.
Muchas voces hubo en el sentido de que lo mejor que nos podía pasar era que no nos invitaran a su desastre. No nos había ido tan mal en casi ocho años de desdén en la era Bush. Los más ambiciosos propusieron nuevos temas, que le dieran liderazgo a México en un mundo globalizado. Pamplinas.
Toda política internacional, dicen los clásicos, es finalmente doméstica. Y fue en el ámbito local que el nombre de México estalló a Obama en el rostro, con cientos de sus ciudades reportando presencia de nuestros narcos; con la ciudad de Phoenix declarada “capital del secuestro”, gracias a la influencia de nuestros emprendedores criminales; con la histeria de sus políticos y cabilderos por el reclamo mexicano de limitar la venta de armas, lo que supone tocar su sacrosanta Segunda Enmienda de la Constitución, que aquí equivaldría a vender Pemex.
Está ya en marcha la Iniciativa Mérida, a la que el Capitolio dotó de 700 millones de dólares, a condición de que haya una rigurosa supervisión externa. Esa cifra equivale apenas a los impuestos que el gobierno estadounidense recibe cada seis meses por la propia venta de armas. Nuestro país ha comprometido un monto histórico de 6 mil 500 millones de dólares más en la guerra contra el crimen organizado.
En su propia batalla contra las drogas, sin embargo, Estados Unidos gasta anualmente 40 mil millones de dólares, con resultados francamente pobres. No ha podido reducir ni la demanda de narcóticos, ni el número de adictos, ni la violencia ligada a estos hechos. Y también ha fracasado su Plan Colombia para erradicar el problema en ese país sudamericano, que tras años y miles de millones de dólares gastados, con su economía destrozada y su territorio fragmentado, sigue exportando la misma cantidad de droga, producida en la misma superficie. ¿Esta es la “nueva receta” que Obama nos traerá?
El otro tema que impone a México una agenda binacional regresiva, propia de los años 80, es la decisión estadounidense de ceder a las presiones domésticas en materia de proteccionismo. Se expresa —por ahora— en la cancelación de un tímido programa piloto para el ingreso de vehículos de carga mexicanos. Según el Tratado de Libre Comercio (TLC), desde hace años nuestros tráileres deberían circular libremente en el país vecino, pero eso ha sido letra muerta. En justa represalia, México decretó barreras comerciales a decenas de productos estadounidenses. Ambos países están infligiendo el mayor golpe al TLC en sus 15 años de vigencia.
Hay, desde luego, una “nueva agenda” del presidente Barack Obama. Una que habla de nuevas formas de energía, de medio ambiente, de una nueva era en las relaciones hemisféricas. Esa será la flor que dejará sobre la mesa en la cumbre programada para este fin de semana en Trinidad y Tobago.
Desgraciadamente, esa “nueva agenda” no corre en los carriles de la relación con México, sino en los acuerdos Obama-Lula, como quedó demostrado durante el reciente encuentro entre los presidentes estadounidense y brasileño.
La moraleja es que las soluciones no nos vendrán de fuera. Sino que se construyen en casa. Que sólo siendo fuertes internamente podemos ver a los otros de frente y con dignidad.
APUNTES
- LUEGO DE GRITOS, patadas y manoteos, la Ley de Extinción de Dominio aprobada en el Senado llegará a la Cámara de Diputados esta semana, donde el gobierno buscará frenarla. Tiene buenos argumentos técnicos. Pero también ha descubierto que el debate sobre el tema le trae rendimientos rumbo a las elecciones.
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