De confirmarse las derrotas del PRI en estado clave como Oaxaca y Puebla, y sus triunfos en Aguascalientes, Zacatecas y Tlaxcala, el balance del proceso marcaría un empate
Avanzada la noche, y de frente a una jornada sin mayores incidentes, los comicios que abarcaron casi la mitad país aportaron enormes motivos de preocupación ante el deterioro alcanzado en múltiples órdenes, entre ellos la penetración del narcotráfico, los abusos de los gobernadores y el escandaloso dispendio.
Contra lo que se preveía, la cita ante las urnas no derivó en un día de campo para las alianzas encabezadas por el Institucional, que desdeñó un llamado de Felipe Calderón a entablar un diálogo tras el asesinato del candidato priísta en Tamaulipas. Si los gobernadores y la jerarquía del tricolor imaginaron que tras los comicios arrodillarían al gobierno, deberán revisar sus cálculos.
A su vez, los estrategas panistas deberán hacerse cargo de las causas de la derrota en Aguascalientes y Tlaxcala. En el primer caso se trata del producto de una pugna interna que exhibe fisuras claras en el liderazgo de César Nava y aun del presidente Calderón al interior de su partido.
En el PRD no deben tener motivo alguno de fiesta. Una larga historia de divisiones internas, abusos y corrupción en el gobierno de Zacatecas los hizo perder la respectiva gubernatura, cuya titular, Amalia García, tanto entusiasmo despertó en un inicio. Por otro lado, la famélica presencia perredista en los estados en donde hubo comicios convirtió al partido del sol azteca en actor de un juego para el que no tenía boleto propio. Al cierre de esta columna no se sabían los resultados en Sinaloa. Pero ni Rafael Moreno Valle ni Gabino Cue –de confirmarse que ganaron- tienen filiación en el PRD, por lo que mal haría este partido en reivindicar su triunfo. Su balance, pues, es de derrota.
En otros órdenes, el proceso comicial de ayer no aportó más que signos ominosos para nuestra vida en democracia, con excepción de la jornada pacífica que se dieron para sí los ciudadanos que acudieron a sufragar.
La grosera intromisión del narcotráfico en estados como Tamaulipas, el gasto desaforado de unos y otros, la movilización de “mapaches” desde estados de todo signo partidista, la burda injerencia de los gobernadores, la sumisión de los árbitros electorales. Todo, todo, anuncia un retroceso grave en la herramienta de las urnas como garantía de un régimen con equidad y gobernabilidad.
La confusión desatada por la noche a raíz de encuestas de salida, exhibe igualmente la medida en que está crispada la vida de varios estados, en donde las próximas horas pueden traer escenas de violencia que ejercerán una presión tremenda sobre el tribunal federal electoral, donde estos asuntos acabarán radicados.
El peor epílogo para esta historia sería la presencia de muertos y heridos, o regiones del país paralizadas por el encono, lo que nos llevará décadas atrás en la historia de nuestra convivencia política.
Apuntes
EN EL IFE, como si hiciera falta, viene una tormenta. Cuando era consejero del Instituto Electoral del DF, y presidente de su Comisión de Organización Electoral, el hoy presidente del IFE, Leonardo Valdés Zurita promovió la compra de urnas electrónicas en el DF. Fueron 40, por un total de 200 mil dólares. Aquello fue un fracaso. Valdés Zurita se fue a refugiar a la Universidad de Guanajuato. Pero ahora va de nuevo y ya encabezó reuniones para traer las famosas urnas a nivel nacional. Justo cuando estos aparatitos se han dejado de empelar en el resto del mundo.
EN LA PGR alguien debe una explicación más precisa sobre las causas que sacaron de la Fepade a Arely Gómez. Aún más, a raíz de lo ocurrido ayer en las elecciones, y lo que traerán las próximas semanas.
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