lunes, 28 de diciembre de 2009

Pacto sin inocencia


Por primera ocasión desde que en 1997 inició la confrontación entre Congreso y Ejecutivo, los líderes políticos se han puesto de acuerdo en una reforma de fondo. Al fin.

Dos personajes clave en la política mexicana, el presidente Felipe Calderón y el líder parlamentario Manlio Fabio Beltrones, cuyos partidos, el PRI y el PAN, pueden hacer aprobar en las cámaras aun la reforma constitucional más compleja, gracias a la abrumadora mayoría que detentan, han arribado a coincidencias fundamentales que transformarán al país en múltiples órdenes.

Ambos han expresado su voluntad y han coincidido en la urgencia de de dar paso a una reforma política que recoja reclamos que se expresaban previamente a la alternancia en el poder del 2000, y que al concretarse gravitarán en el sistema electoral del país, en la configuración del propio Congreso, en la reelección de diputados y alcaldes…

La propuesta no tiene paternidad expresa, de ahí que los caminos para un acuerdo sin malicia sean más anchos: Calderón la hizo suya al anunciar una serie de iniciativas en el contexto de su tercer año de gobierno, pero ya antes Beltrones la había esbozado en diversas declaraciones y en un amplio artículo periodístico aparecido en el arranque del recién concluido periodo de sesiones.

Otro actor con simbolismo indudable en esta vertiente, Porfirio Muñoz Ledo, acumula lustros de experiencia en este tema, al grado de ser el político en activo con mayor conocimiento del mismo. Mucho antes de la llegada de Fox a Los Pinos, Muñoz Ledo auspiciaba encuentros y documentos de enorme profundidad en torno a la reforma del estado, con vistas a lo que él imaginaba como un nuevo Congreso Constituyente que daría paso a estos mismos puntos.

Las coincidencias en las posturas de todos ellos son abrumadoras: Reducción en el tamaño de las cámaras, sin lista nacional en el Senado y con 100 diputados plurinominales menos. Reelección inmediata en los cargos citado, referéndum…

A la luz de un consenso semejante, las diferencias son menores: en la misma orientación de los postulados de Beltrones se hallaba la necesidad de una relación más fluida entre Congreso y Ejecutivo, para evitar la “congeladora”. Pero también, Calderón entiende que sus propuestas tienen que estar acompañadas con un proceso de mayor transparencia en la designación del gabinete, y que debe existir mayor rendición de cuentas, lo que puede llevar a estudiar una acotada revocación del mandato.

Los temas de impacto electoral están ahí ya. Tienen la capacidad de evitar una nueva crisis como la de 2006, en particular no repetir en 2009 esa pesadilla. Así lo han sostenido, en documentos específicos, tanto Calderón como Beltrones.

Las coincidencias son abrumadoras, al grado de que la identidad en documentos signados por cada uno de ellos podría estremecer al analista más circunspecto.

Por fin, tenemos un acuerdo. Podemos recuperar la confianza en nuestros políticos, que han sabido estar a la altura del momento histórico que amenazaba con descarrilar al país hacia el despeñadero.

Por fin, un consenso abrumador entre las principales fuerzas políticas. Nombremos el 2010 Año del Acuerdo.

Un momento, por favor…

Recordemos que hoy es 28 de diciembre, que se dedica a las almas incautas. Algo de ello hay en este texto, pero no en su esencia: nunca en el pasado reciente parece haber habido tanta coincidencia en lo que los políticos proponen en materia de reforma del estado. Pero quizá tampoco hayamos conocido antes tan escasa estatura en sus miras ni tanta malicia, a favor de míseros intereses y de espalda al país. Acaso debamos guardar los festejos para otra época.

Apuntes: Año ominoso


PERIODISTAS. Todavía puede agravarse en lo que resta de este año, pero es probable que la cifra de profesionales de la información asesinados en este 2009 cierre en justo una docena, cifra que se redondea con el crimen perpetrado contra el reportero Alberto Velásquez, en Tulum, Quintana Roo, el pasado día 22. A ello deben agregarse ocho desapariciones de diaristas, y siete atentados con explosivos contra diversos medios del país.


Desde que inició la administración Calderón, el conteo alcanza 57 muertes, el más grave en la historia moderna del país. Es un problema que exhibe la incompetencia oficial ante el crimen y la impunidad, pero también requiere respuestas más eficaces por parte del gremio periodístico y de la industria editorial.

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