domingo, 10 de enero de 2010

Los retos del 2010

Cualquiera de ellos representa un riesgo de colapso institucional o puede poner en peligro la viabilidad del gobierno.


En las últimas semanas de 2009, los mexicanos atestiguamos el impulso de la administración Calderón para hacer coincidir la mitad de su mandato con una serie de acciones y propuestas que buscan dotar al gobierno de la iniciativa política para conducir al país este año, que se presenta igualmente complejo, con agregados críticos, como los procesos electorales programados en la mitad de los estados.

Más allá de las buenas intenciones, cinco batallas básicas se interponen entre los afanes de Los Pinos y sus verdaderas posibilidades de éxito. De la manera en que encare estos desafíos dependerá la suerte del resto del sexenio y quizá la permanencia o no de Acción Nacional al frente del gobierno.

1.- La economía. Si el panismo es echado del poder en el 2012 no será por otra razón que por haber sido incapaz de revertir o al menos atenuar los efectos de una crisis económica que nos atenazó desde el arranque de la alternancia, en el 2000. México sufre como pocos el impacto de la recesión global, y la autoridad no acaba de aceptar que causas internas agudizan la situación. Deberá hacerlo este año para lanzar una serie de cambios estructurales que requerirán construir un difícil consenso con el Congreso.

2.- Violencia criminal. Los términos en los que el Estado mexicano libra la actual guerra contra los cárteles de la droga están agotados, no sólo porque la violencia sigue creciendo sino porque los policías federales y los efectivos militares empeñados en la batalla muestran eficacia en declive y corrupción al alza. Entre las bajas se encuentra también el deterioro de los derechos humanos en amplias zonas. La estrategia resultó tan fallida que incluso el fundamentalismo de Estados Unidos en la materia se está transformando bajo la visión del gobierno Obama. Subrayar las campañas de prevención y los tratamientos médicos deberá formar parte de la contención del daño y otorgar nuevos enfoques al tema.

3.- Elecciones. Diez estados cambiarán de gobernador este año. Las proyecciones están tan apretadas que el PAN dependerá de los éxitos del gobierno para que la balanza se incline en uno u otro sentido. Si los comicios fueran hoy, Acción Nacional lo mismo podrían perder en todas las entidades, incluso las que hoy gobierna, como Aguascalientes, que dar el campanazo y conquistar plazas como Sinaloa o Veracruz. Lo que no está claro es cómo será el plan de guerra blanquiazul, pues hasta hora sus estrategas han lucido pobreza de recursos y de propuestas. Todo indica que será inevitable una batalla preliminar entre el panismo y el proyecto priísta encarnado por el mexiquense Enrique Peña Nieto, quien se ha echado a cuestas la tarea de apoyar la causa tricolor mucho más alláde los límites del estado que gobierna.

4.- Telecomunicaciones. Se trata de un campo que está en el corazón de la economía y la política. Hace unas semanas el presidente Calderón cerró abruptamente una discusión con un magnate de los medios con una advertencia: “Me vas a respetar aunque no quieras”. La agenda legislativa en este ámbito es larga y espinosa, pero precisa definiciones políticas de alto nivel. Es posible que surja un pacto entre el gobierno y el líder senatorial priísta Manlio Fabio Beltrones, que al poder mediático le parece poco confiable. El otro actor clave en este ámbito, Carlos Slim, dejará de presionar para que se le permita incursionar en la televisión, pues nuevos negocios en el campo satelital le abrirán esa posibilidad por otros caminos.

5.- La reforma política. “¿Cuánto nos queda de Felipe Calderón?”, se escucha desde hace semanas en los pasillos del poder, donde se hacen cálculos sobre el capital político que el Presidente puede aún invertir, y las “canicas” que todavía puede intercambiar para sacar adelante sus propuestas legislativas. La más importante, la reforma política, puede otorgar al régimen un poco del oxígeno que tanta falta le hace. Y ofrecer a todos nuevas condiciones para construir mayorías. El problema es determinar si al gobierno le alcanzará el gas de la negociación para llevar los consensos hasta donde ha llevado sus palabras y propuestas.

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