lunes, 4 de febrero de 2008

El conspirador del silencio

La muerte de Marcial Maciel ofrece una oportunidad a la Iglesia y a la sociedad para arrojar luz sobre este personaje y los procedimientos impuestos por los Legionarios de Cristo

Le llaman “el cuarto voto”, que comple- menta los tres compromisos canónicos (castidad, pobreza y obediencia), para aquellos que se ordenan sacerdotes, y permitió construir un mundo hermético en torno a la congregación religiosa Legión de Cristo, esa especie de sociedad secreta creada en 1941 por Marcial Maciel, muerto el pasado 29 de enero.

Este “voto privado”, como también se le conoce, establece la obligación religiosa de no criticar a los directivos de la organización y a delatar a cualquier hermano en la misma que dirija señalamientos.

Maciel tuvo el impulso de una familia de hondas raíces católicas, lo que incluyó a tres tíos obispos, uno de ellos ya ascendido a los altares: Rafael Guízar y Valencia. Nacido en 1920 fue testigo infantil de la Guerra Cristera (1926-1929), y tuvo un don indudable para subyugar a cuatro papas, a cardenales y muy especialmente a hombres y mujeres acaudalados, que le permitieron crear un imperio integrado hoy por 17 universidades, 127 centros de educación superior y 175 colegios, donde se educa y adoctrina a más de 120 mil jóvenes. También, 20 seminarios, nueve noviciados y cuatro centros de estudio de filosofía y teología. Opera en más de 20 países, pero su poder más claro, su nutriente social y económica, se halla especialmente en México.

De los Legionarios han surgido tres obispos, 750 sacerdotes, 2 mil 500 novicios y religiosos que laboran en 40 naciones de todo el mundo. Su brazo social más poderoso lo constituye “Regnum Christi” (Reino de Cristo), una entidad de élite dentro de la Legión, dominada por la más estricta secrecía, integrada por 70 mil laicos de varios países, incluidos altos personajes y directivos y dueños de importantes negocios en México, en campos como el gobierno, la construcción, la banca y los medios de comunicación.

Nada mal para un hombre sobre el que se agolpan cada vez más los testimonios que lo describen como un sacerdote carismático e iluminado, pero también como un hombre de mediocre formación académica, pederasta, adicto a la morfina, mitómano, hipócrita, tortuoso, corruptor de la curia romana, prevaricador, manipulador…

Condujo con firmeza a la Legión —que originalmente bautizó como Misioneros del Sagrado Corazón y de la Virgen de los Dolores— a lo largo de 67 años, durante los que cubrió los roles de fundador, padre superior y, siempre, santo virtual. Su camino hacia los altares, que incluía su madre —“mamá Maurita”, progenitora espiritual de todo legionario— es ahora muy incierto, al grado de que puede incluso descarrillar la causa de beatificación de su principal protector, el papa Juan Pablo II.

Al lado de un amplio número de trabajos que destacan sólo los aspectos ejemplares de Maciel, han sido publicados diversos trabajos con una mirada crítica de su labor; el más riguroso, quizá, es el de Fernando M. González (Marcial Maciel. Los Legionarios de Cristo; testimonios y documentos inéditos).

El debate, sin embargo, se ha centrado en la compleja personalidad de este sacerdote, sin profundizar sobre los procedimientos que se siguen aplicando dentro de esta especie de secta religiosa.

Temas como las prácticas sexuales de los sacerdotes son comunes para toda la Iglesia católica, y una revisión del tema Maciel obligaría a la jerarquía —en buena hora— a enviar un sano mensaje de arrepentimiento y enmienda, no sólo a los seminaristas que por décadas fueron víctimas de Maciel, sino a los seguidores de su obra y al conjunto de la sociedad, preocupada por la posibilidad de que continúe ese patrón de abusos.

Lo mismo vale para el proceso de reclutamiento, casi forzoso, que siguen los Legionarios, especialmente entre jóvenes que asisten a sus escuelas, un número de los cuales —su dimensión se ignora— son incorporados al “Regnum Christi” y a una filial denominada “Juventud Misionera”, que muy posiblemente incluya a miles de muchachos y chicas a las que se empuja para “consagrarse” al servicio de Cristo.

Es el caso de uno de los noviciados de la Legión ubicado en Monterrey, donde las jóvenes son recluidas, con o sin la autorización de los padres, a quienes les es permitido verlas sólo unas cuantas veces al año, durante no más de 30 minutos. Las familias de las “consagradas” reciben continuos acercamientos para aportar cantidades de dinero que pueden permitirles a las jóvenes “recorrer el mundo” y servir a Dios en otras naciones.

Juan José Vaca, uno de los denunciantes de Maciel, le dirigió a éste una carta hace más de 30 años (1976), en la que deplora un orden de cosas que, a juzgar por la evidencias, no ha variado mucho:

“Bien sabe usted que la forma de vida en que está obligando a vivir a estas señoritas es, primero, a espaldas de la Santa Sede, sin estado canónico alguno y sin ninguna aprobación eclesiástica. El Movimiento Regnum Christi en sí, con sus procedimientos de secretismo, absolutismo y sistemas de mentalización, más sigue los métodos de las sociedades secretas, que las formas abiertas y sencillamente evangélicas de nuestra madre Iglesia…”.

Todo este escenario reclama una definición, desde luego, a los legionarios para decidir lo que desean para su institución en el futuro. Pero también impone un deber a la jerarquía católica y al propio Estado mexicano que por omisión o por infiltración, no han prestado oídos y han volteado a ver a otro lado. La muerte de Maciel debe ofrecer la oportunidad de una enmienda histórica, en bien de todos.

Apuntes

  • ESTA SEMANA comenzará con novedades en el Partido Acción Nacional. Su presidente, Germán Martínez, presentará una nueva conformación del Consejo Político blanquiazul, que incluirá a dos personajes que mostraron distanciamiento con el calderonismo: Francisco Barrio, ex gobernador de Chihuahua, figura emblemática del panismo contemporáneo, y Carlos Medina Plascencia, también ex mandatario, de Guanajuato, y, como aquél, antiguo colaborador de Vicente Fox. Su presencia no sólo hablará de conciliación, sino que también mandará señales de relevos posibles en futuros ajustes en el gabinete.
  • EL JUEVES 24 de enero la plana mayor del PAN en la Cámara de Senadores, encabezada por Santiago Creel, llegó al Club de Industriales de Polanco, donde sostuvo un encuentro privado con los barones de las telecomunicaciones en el país. Nos aseguran que no fue un encuentro terso, pues los legisladores llegaron prestos a realizar preguntas incómodas.
  • POR CIERTO, la decisión de Creel de cancelar el debate previsto con Andrés Manuel López Obrador marcó el retorno del panista a las cámaras de las principales televisoras —así fuera para denostarlo. Creel y su homólogo priísta, Manlio Fabio Beltrones, han estado vetados en la pantalla chica desde que fue aprobada la reforma electoral.
  • HAY MUCHAS dudas sobre el asesinato de Alejandro Barrita, comandante de la Policía Auxiliar, Bancaria e Industrial de Oaxaca. Existen evidencias de que como ocurrió en la ciudad de México durante los años 70, con Francisco Sahagún Baca —cabeza de la ominosa DIPD—, la corporación de Barrita fue empleada en una “guerra sucia” durante los disturbios que convulsionaron al estado entre junio de 2006 y noviembre de 2007. Se ha documentado que sus agentes, encapuchados y en vehículos sin placas, tiroteaban durante las noches las barricadas de la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca (APPO), lo que derivó en al menos tres de las 26 muertes ocurridas en ese complejo periodo (tan bien documentado por periodistas de EL UNIVERSAL, destacadamente el fotógrafo Raúl Estrella, cuyo trabajo lo ha hecho merecedor del Premio Rey de España). Que la muerte de Barrita se le atribuya ahora al narcotráfico es un nuevo indicio de que desarrollaba actividades fuera de su competencia formal. En ese estado que gobierna Ulises Ruiz, el crimen organizado se expresa cada vez más abiertamente en el florecimiento del narcomenudeo, el tráfico de estupefacientes y en narcosecuestros o “levantones”, sin que nadie se atreva incluso a denunciar tal estado de cosas.
  • EL DECLIVE inexorable de la popularidad del gobierno de George Bush en Estados Unidos está provocando una sangría de mandos medios y operadores políticos, ansiosos por abandonar la nave. Esto está ocasionando que el gobierno mexicano se quede sin interlocutores con Washington. Una de las defecciones más recientes fue la de Michael Jackson, nuestro contacto en el Departamento de Seguridad nacional —Homeland Security—, responsable de las tareas antiterrorismo.
  • EL EQUIPO de Andrés Manuel López Obrador ya hace cálculos del notable daño que traerá para las causas del tabasqueño, dentro y fuera del PRD, la polémica con su correligionaria Ruth Zavaleta, presidenta de la Cámara de Diputados, a quien luego de denostar durante meses en privado, López Obrador decidió insultar en público, lo que le atrajo el bofetón de “buscapleitos de taberna”.

expedientesabiertos@hotmail.com

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