lunes, 15 de marzo de 2010

Alianzas, camino minado

Todos los días las encuestas anticipan nuevos equilibrios políticos en los estados donde PAN y PRD han pactado frentes electorales. Ese es el eje real del debate



Salvo casos excepcionales —como el protagonizado en 1983 por el recién defenestrado secretario de Turismo, Rodolfo Elizondo—, el PRI acude a las urnas en Durango como quien va a un día de campo. Esta vez las cosas podrían ser diferentes, a juzgar por las encuestas que circulan en primeros niveles de diversos partidos. Al menos en la capital del estado, la fórmula respaldada por PRD y PAN empataría con el abanderado priísta si hoy fueran los comicios.

Al entregar este texto se consideraba inminente el anuncio de la renuncia al PRI del senador Mario López, quien con ello abriría su camino a una candidatura aliancista para el gobierno de Sinaloa.

La ruta está pavimentada con sondeos que hoy le otorgan 10 puntos de ventaja sobre el aspirante oficial, Jesús Vizcarra.

En Quintana Roo, Roberto Borge, delfín del gobernador saliente Félix González, tiene frente a sí un difícil panorama: la inminente alianza entre perredistas y panistas puede derrotarlo con dos candidatos viables: el alcalde de Cancún, Gregorio Sánchez, o el diputado federal priísta Carlos Joaquín, a quien la “cargada” del aparato tricolor local lo puede dejar suficientemente resentido como para emprender una ruptura.

La semana pasada los estrategas de Acción Nacional y de la Revolución Democrática ratificaron que en Hidalgo su abanderada será Xóchitl Gálvez, una voz fresca, quizá la primera aspirante a un gobierno estatal que se somete a una entrevista a través de la red social Twitter. José Guadarrama, el perredista que se consideraba mejor posicionado, fue informado a finales de la semana pasada que sus posibilidades son nulas.

Caso por caso, las alianzas electorales han empezado a cambiar la correlación de fuerzas en entidades de profunda raíz priísta. En algunas, el Institucional será derrotado este año, pero donde no sea así, habrá un impacto que puede resultar clave en la sucesión presidencial de 2012.

Este es el verdadero eje del debate que sacudió la semana pasada los trabajos de la Cámara de Diputados, que tanto alarmó a muchos. Acaso debamos acostumbrarnos a escenas y señalamientos como los escuchados. Es casi inevitable, pese a que como ocurrió ahora, el presidente Calderón haya hecho discursos en pos de la armonía y realizado llamadas telefónicas a líderes partidistas para pedir y ofrecer paz.

Dos personajes ligados a este proceso resintieron daños colaterales: el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, al que le atribuyeron un enfrentamiento público en los pasillos de Los Pinos con el vocero presidencial Max Cortázar, quien lo habría llamado “traidor”. Las partes implicadas negaron la especie en sus términos.

El otro afectado fue el gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, cuyo nombre salió a relucir en San Lázaro en tonos tan ásperos que pueden marcar el fin de una especie de luna de miel del político mexiquense con la clase política insertada en partidos distintos al suyo. El mandatario aprovechó el puente vacacional para reponerse en Miami de esta que fue una de las etapas más amargas que haya encarado hasta ahora.

APUNTES

EN CIUDAD JUÁREZ los sucesos ligados a la violencia cobraron un nuevo giro con el asesinato, el sábado, de tres personas ligadas con el consulado norteamericano. El contexto permite temer una estrategia de las mafias que, de confirmarse, puede otorgar una dimensión más grave si se puede, a la pesadilla del narcotráfico. El día anterior a esos hechos se había anunciado la visita de Michelle Obama a México, en su primer viaje sola al extranjero.

Un indudable mensaje de apoyo a la administración Calderón. “La recibiremos con mucho gusto”, dijo muy temprano ese viernes a través de Twitter, Arturo Sarukhán, nuestro embajador en Washington. Nadie podía imaginar que 48 horas después el propio Barack Obama firmaría un mensaje de indignación en contra de los atentados en Ciudad Juárez, y que el Departamento de Estado reiteraría una alerta para que los ciudadanos estadounidenses no visiten diversas ciudades mexicanas.

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