domingo, 26 de septiembre de 2010

Periodistas: Tareas pendientes

Los compromisos anunciados por el presidente Calderón para frenar los homicidios contra periodistas sólo se cumplirán con un gremio y una sociedad organizados.

Menos de 24 horas después de que el presidente Calderón asumiera compromisos concretos ante organismos internacionales protectores de la libertad de expresión, integrantes del Gabinete de Seguridad reunidos el jueves último en Los Pinos, recibieron instrucciones de presentar un programa de trabajo orientado a la protección de periodistas.

En la agenda presidencial –al menos, en la pública- quedaron marcadas asignaturas pendientes como el impulso a reformas legales que combatan la impunidad en casos de agravios a periodistas, agraven penas de los respectivos delitos y permitan que en algunos de éstos no prescriba la responsabilidad de los autores materiales e intelectuales.

Durante la gestión de Calderòn Hinojosa se ha disparado el número de ataques a periodistas, no como un “daño colateral” del crecimiento de la violencia, sino producto de una estrategia clara de las mafias para controlar no sólo rutas y mercados, sino también la información que consume la sociedad.
Por el camino que recorre actualmente la nación, donde la prensa es amedrentada, amordazada o asesinada, se multiplica el riesgo de que concrete la existencia de un narco-Estado. De llegar ese día, no habrá quién alerte de ello, ni quién pueda impedirlo. La sociedad carecerá de ojos, oídos y músculo para evitar el infierno.

Asumiendo que el compromiso de Calderón es auténtico, difícilmente se avanzará en esta agenda si otros sectores no hacen también su respectiva tarea, lo mismo los medios de comunicación, el gremio periodístico y el conjunto de la sociedad civil, acompañando y respaldando, pero también empujando a los órganos del Estado, tan diestros para atorarse en la maraña de los intereses creados y la burocracia.

Cada vez resultan más claras las tareas que le corresponden a la prensa en esta circunstancia: profesionalización de reporteros y editores, lo mismo en el plano operativo ante coberturas de la violencia, que en el campo ético. En esta última línea, las redacciones deben comenzar a ser limpiadas de aquellos que tienen nexos con las mafias, los que son tan discretos como un elefante en un elevador.

A naciones como Colombia le tomó al menos una década desarrollar mecanismos esencialmente eficaces contra las mafias de las drogas, tanto en el ámbito gubernamental como en el gremial. Con toda la complejidad del proceso colombiano, allá las cosas son jurídicamente más fáciles, pues si bien se trata de un régimen central, no federal, por lo que aquí es obligada la participación de los estados para integrar un sistema de protección y medidas cautelares para periodistas amenazados.

Es urgente contar con un monitoreo científico e independiente de estos casos, que permita darles seguimiento de manera sistemática y determinar, con el mayor rango de prueba posible, cuándo los referidos ataques han tenido como motivo el ejercicio de la libertad de expresión.

Una tarea inaplazable es desarrollar una red de solidaridad con los medios de comunicación de estados y regiones que experimentan todos los días, en carne propia, los riesgos de cubrir la amenaza que representa el crimen organizado en las comunidades a las que buscan servir. Ya diversos medios nacionales han ensayado algunas medidas en esta línea, con éxito reconocible.
Estos esfuerzos deben encontrar su verdadero alcance en una mayor participación de la sociedad, la cual debe determinar cuál es su lugar en esta batalla. Unidos, todos, sí podemos.

Apuntes: La voz del rector
JOSÈ NARRO ha ofrecido un nuevo rostro con el telón de fondo del centenario de la UNAM. Su voz a favor de un mejor país ha traído viento fresco a los discursos chatos y mezquinos que permean nuestra política.

EL MINISTRO José de Jesús Gudiño Pelayo generará con su súbita y lamentable muerte un vacío en la Corte donde fue factor de equilibrio, con una visión en favor de ampliar los derechos ciudadanos.

CANCÚN, el principal polo turístico del país, agoniza bajo el crimen organizado, que lo mismo controla ejecuciones y narcomenudeo que extorsión de negocios locales. En un clima donde todo se vale, autoridades locales, estatales y federales se entregan a negocios rápidos.

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