lunes, 6 de septiembre de 2010

TV digital: ¿Cuál competencia?

El decreto que apresura la digitalización de las señales televisivas no avala el anuncio presidencial de mayor pluralidad en este campo, dominado por dos corporaciones.

Ante un entorno caótico en materia de telecomunicaciones, la administración Calderón reservó el “golpe mediático” del cuarto informe presidencial para presentar un decreto que se limita a cambiar el plazo para que el público deseche su televisor analógico y compre un receptor digital.

El decreto presidencial no garantiza mayor competencia en materia televisiva, no modifica el “regalo” hecho en 2004 por Vicente Fox a las televisoras al prorrogar hasta 2021 todas sus concesiones. Tampoco limita la posibilidad de que las dos corporaciones de las que depende 94% del negocio de la televisión controlen una mayor tajada del pastel. Un ejemplo de ello es el servicio HiTV, de Televisión Azteca, que aprovechó el espectro digital para crear un nuevo negocio.

Mientras en Estados Unidos existe absoluta claridad sobre lo que traerá el futuro tecnológico –léase “The National Broadband Plan”, de la administración Obama-, México chapotea en un pantano de contradicciones, donde gobierno, empresarios y sociedad dirimen a dentelladas la política de telecomunicaciones, clave para el crecimiento económico, educativo y democrático de la nación.

En lo que sí fue eficaz el anuncio de Los Pinos fue en desviar la atención sobre las polémicas licitaciones 20 y 21, que desataron una guerra –política, jurídica, empresarial- fuera y dentro de la errática Cofetel. Su presidente, el novato Mony de Swan, nos regaló el edificante espectáculo de insultar por Twitter a uno de sus colegas, el comisionado Rafael del Villar, por el crimen de tener criterio propio.

A esto se agregan el enorme rezago en banda ancha, los amparos sin fin de una concesionaria –Iusacel- para no pagar derechos; la batalla de una más –MVS- para evitar ser despojada de espectro; los obstáculos a que Carlos Slim ofrezca televisión, y los reclamos de telefónicas por falta de equidad en el sector.

De espaldas a este desastre, escuchamos al citado De Swan y al propio secretario del sector, Juan Molinar Horcasitas, hablar de subsidios para 23 millones de propietarios de televisores para facilitar la transición digital. Ambos repiten la profecía de Calderón de que esto traerá mayor competencia, cobertura, convergencia, democracia…

Por ignorancia o mala fe, lo que ellos dicen no resiste el menor análisis. En México existen 27 millones de hogares, según el INEGI. En ellos hay, efectivamente, 23 millones de televisores, de acuerdo con la misma fuente. Pero de éstos, 3.6 millones ya son digitales, de acuerdo con reportes oficiales. Y hay más de ocho millones de suscriptores de televisión restringida, que ya cuentan con un decodificador. Los números, por tanto, son muy diferentes. Y otorgar millones de bonos con subsidios en 2011 y 2012, años electorales, arrojará un tufillo clientelar inocultable.

Si el gobierno en verdad asumiera un compromiso con la competencia en televisión, no tendría por qué esperar. En la banda UHF (donde se ubican los canales 22, 28 o 34) existen 10 concesiones, pero caben 17, hasta llegar al canal 69, sin violentar el espacio de 6 megahertez de separación entre cada señal. Incluso puede establecerse al menos una nueva cadena nacional, si los concesionarios actuales –varios de ellos gubernamentales- son reacomodados con tal fin.

Calderón ya no será presidente en 2015, cuando se consume su propuesta del “apagón analógico” que según dice, nos traerá mayor pluralidad en la televisión. Pero puede alcanzar esa meta hoy. Ser el presidente del cambio, al menos en este ámbito.

El problema es que no quiere. O no puede. O no lo dejan. O las tres cosas.

Apuntes

COMITÉS VECINALES serán electos en el DF el 24 de octubre, de acuerdo con una ley aprobada sobre las rodillas en la Asamblea de Representantes que encabeza la perredista Alejandra Barrales. Esa institución, más el tribunal y el instituto electorales de la capital del país tienen las encomienda de organizar el proceso. Pero Barrales está saboteando los trabajos, la llave del dinero fue cerrada y, en cambio, se soltó las manos a operadores del perredismo controlados por René Bejarano, como el legislador Leonel Luna o los delegados Francisco Sánchez, de Iztacalco, y Eduardo Santillán, de Álvaro Obregón. Se teme una regresión en el campo cívico.

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